
Sabes, María tenía todos los motivos que cualquier mujer de nuestra época hubiese elegido para haber desistido de su embarazo; es más, las circunstancias eran incluso más complejas que muchas de las razones por las que hoy se detiene la vida de un bebé. Jesús, desde el nacimiento hasta su muerte fue perseguido, y María fue una mujer sufriente que desgastó su vida cumpliendo el llamado del Padre.
Dios tenía ese plan precioso para María, Para José, para Belén, y para el mundo entero. Ni María ni José tenían ese suceso en mente, pero el plan de salvación se encarnó y María es la sierva de humilde condición que eligió Dios para traernos a su Hijo, a Emanuel, a Dios con nosotros.
José es ese padre adoptivo que eligió Dios para creer en la voz del Ángel y acompañar a su esposa en esa travesía tan incierta y difícil. Así lo quiso Dios, y no fue fácil. Pero Dios, dio a su propio Hijo en muerte, por amor de nosotros y la gloria de su nombre. No había forma distinta, el pecado que un día entró en el mundo por un hombre debía tener un pago, y ese pago era la muerte que solo pagaría un inocente, el HIJO DE DIOS.
¿Qué de ti mujer? Dios elige sin equivocarse, a los vasos más humildes y frágiles para depositar a sus criaturas. Él no se equivoca en el tiempo, con las personas, o las circunstancias, Dios no se equivoca con ningún ser, ni al traerlo ni al llevarlo, solo eres un vaso que él ha querido usar para dar vida, te puso para amar a sus criaturas.
¡Detente!